Déjà vu

Déjà vu

Introducción

En Déjà vu, narro una de las experiencias más aterradoras que he vivido. Entre sueños y realidad, enfrentaba entidades sobrenaturales mientras luchaba por despertar y escapar. De hecho recuerdo muchas otras pesadillas dentro de la misma, pero simplifiqué el microcuento a las vívidas.

Te invito a sumergirte en mi relato y descubrir si lograrías escapar de un ciclo de pesadillas tan vívido como aterrador. ¿Has tenido alguna experiencia similar?


Déjà vu

—A pesar de todo lo que dicen, el cuarto No. 1 del pabellón de psiquiatría me parece un buen sitio para descansar —me dije.

Era un cuarto relativamente cómodo, con una cama médica grande, reclinable y sin barandal; el resto estaba vacío, como suelen ser los cuartos de este pabellón. Me acosté sin siquiera quitarme la gabacha ni mis zapatos deportivos. Definitivamente, me encontraba cansado; sin embargo, no lograba dormir. Mi mirada se perdía más allá del cielo raso, como si este no existiera. Muchas cosas se precipitaron juntas en mi pensamiento; pensaba en mi madre, en las deudas, en el bochornoso caso de mi pánico escénico en el congreso previo. Recuerdo que llegué incluso a contar ovejas. Miré mi reloj: ya eran las 2:30 AM, debía dormir al menos un par de horas.

De repente, el suave mecer de una silla abuela resonó a mi lado izquierdo. No alcancé a ver, pero sí escuché claramente la voz de una anciana.
—Descansa, yo estaré cuidándote— susurró a mi oído.

Me levanté bruscamente, sudoroso y asustado. Me senté al borde de la cama, aún incrédulo de lo que acababa de vivir. No tenía fuerzas para levantarme y encender las luces del cuarto; miraba tan lejos el interruptor, pero al menos la silla y su ocupante habían desaparecido.
—Si al menos lograra encender las luces —pensé.
—Eso trato, pero no alcanzo —contestó un niño que se encontraba dando saltos para presionar el interruptor.
Sólo logré divisar la silueta del muchacho mientras saltaba incesantemente; cuando volteó, vi su mirada espectral de color escarlata y su sonrisa demoníaca que no emitía sonido alguno.

Mi corazón latía como queriendo salirse del pecho; lloraba aterrorizado. Abrí mis ojos y frente a mí estaba el límite del cielo raso. Abundaba un silencio sepulcral; todo ha sido una terrible pesadilla, debía irme de ahí. Sin embargo, mis manos y pies se encontraban sujetados a la cama médica. No pude gritar porque una especie de bozal lo impedía.

—¿Qué es esta locura? —pensé. Al mismo tiempo, una sombra vantablack se acercaba sigilosa desde el extremo superior de la cama. Sentí que quedaba sin aliento, cada vez me resultaba más difícil respirar. Entonces, una tercera voz me habló: —¡Despierta! Sólo tendrás un instante —Pude reconocer mi propia voz.
Me levanté conmovido. Sin saber cómo abrí las puertas del cuarto y nada logró detener mi marcha hasta llegar a la emergencia del hospital.
—En mi vida volveré a entrar en ese cuarto —exclamé.

En el siguiente turno solicité un cambio de sala; había logrado que me asignaran la emergencia. Mientras me dirigía a recibir el turno pasó a mi lado la Dra. Francella Méndez, mi nueva colega que cubriría aquel pabellón infame. Pude escuchar cómo, confiada, murmuraba: —A pesar de todo lo que dicen, el cuarto 1 del pabellón de psiquiatría me parece un buen sitio para descansar.

Fin.


Lo puedes encontrar en:

Alvarado Pérez, J. L. (2022). [Déjà vu]. En Noches de insomnio. Primera sección: Noches de insomnio.


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